Francia: se multiplican las denuncias por violencia policial
Francia: se multiplican las denuncias por violencia policial
Francia: se multiplican las denuncias por violencia policial
'Chalecos
amarillos' marcharon en Montpellier (sur de Francia), el 12 de enero de
2020, para denunciar la violencia policial de la que manifestantes han
sido víctimas desde hace más de un año. Sylvain
THOMAS / AFP
Por: Lucile Gimberg
Un muerto, decenas
de mutilados y más de 2.500 heridos. Tras más de un
año negando lo que numerosos videos mostraban y lo que
manifestantes, ONG, colectivos de abogados, periodistas y
políticos de oposición venían denunciando, el
gobierno francés reconoció, este mes de enero,
"comportamientos inacceptables" por parte de las fuerzas del orden
contra los manifestantes, ya sean 'chalecos amarillos' o
críticos de su reforma de las pensiones.
Desde finales de
2018, el gobierno francés se enfrenta a una fuerte protesta
social. Decenas de miles de personas han salido a las calles con el
movimiento de los 'chalecos amarillos' y, más recientemente, en
contra de su reforma del sistema de las pensiones. Y desde hace
más de un año, una infinidad de videos han inundado las
redes sociales. Muestran a agentes de la policía golpeando a
manifestantes en el piso, manifestantes con heridas graves en las
manos, los pies, la cara...
En total, el
periodista independiente y especialista de la violencia policial, David
Dusfresne, ha registrado más de 2.500 manifestantes heridos,
más de 300 heridas en la cabeza, 25 personas que quedaron
tuertas y cinco que perdieron una mano.
Yann, de 41
años, es uno de estos heridos. El 19 de enero de 2019, al salir
de su trabajo de mesero, se unió a la manifestación
nocturna de los 'chalecos amarillos' en las calles de Toulouse, en el
sur de Francia. Por el futuro de sus hijos, las pensiones, para
protestar contra la vida cada vez más cara y contra los
impuestos, explica.
"A mí me
golpearon con bastón policial, me sacaron once dientes y me
dejaron con fractura de la mandíbula superior y fractura de
costillas. Fue muy duro, nos golpearon duro. Había 15 heridos
más. Yo me desmayé después de recibir un golpe
directo en la boca. Cuando me desperté unos cinco minutos
después, ya no había nadie. Los policías se
habían ido. Nos habían dejado heridos en el piso,
solitos, sin ayudar ni detener a nadie", contó Yann a Radio
Francia Internacional. Un médico le dio una licencia de 15
días por las heridas que le produjo esta golpiza.
Sin dientes o
casi, el cuadragenario perdió su trabajo en un restaurante. Y el
seguro no le quiso pagar los gastos en salud porque había
participado en una manifestación no autorizada. En el caso de
muchos 'chalecos amarillos' heridos, las compañías de
seguro argumentan que no cubren los "siniestros en contexto de
movimientos populares y disturbios".
"Tengo mucha
rabia", dijo Yann a RFI. "Estoy triste también porque mi vida ya
nunca volverá a ser igual, solo porque salí a la calle
para decir que no tenía suficiente para comer... ¡Y ahora
mi situación es peor!", afirmó. "Antes a mí me
gustaba la policía, tengo familiares que son militares y agentes
aduaneros", añadió, "pero ahora cuando veo a un
policía, tengo miedo porque ahora sé que esto le puede
pasar a cualquiera".
"Mi mano estaba hecha trizas"
Para Antoine
Boudinet, 26 años, la herida fue todavía más
grave. En una manifestación de los 'chalecos amarillos' en
Bordeaux, al suroeste de Francia, su mano fue destruida por una granada
ensordecedora, la GLI F4, que contiene una carga explosiva.
"En ese momento,
ya era de noche", contó a Radio Francia Internacional. "El
ambiente había cambiado muchísimo con respecto a la
manifestación de la tarde. Parecía una escena de guerra,
con barricadas de fuego entre los manifestantes y los policías.
Dejé a mi hermano y mis amigos y me fui solo hacia adelante para
ver qué estaba pasando y avisarles después. Fue justo en
ese momento. Duró un segundo apenas. Cuando adelanté a
los manifestantes, vi que un objeto estaba rodando hacia mí.
Largo, cilíndrico. Pensé que era una granada
lacrimógena, es decir algo que no explotaba. Como no
quería que me llegara todo el gas a la cara, me incliné
para tomarla y apartarla de mí. Y cuando la tenía a la
altura de mi rodilla, mi mano explotó. Sentí un impacto
muy fuerte en mi mano, pero no miré. Me fui corriendo hacia los
manifestantes y cuando llegué, los vi alejarse de mí con
horror. Entonces miré mi mano... y vi la herida... o sea, ya ni
era una herida... Mi mano estaba hecha trizas. Y me puse a gritar."
Era el principio
del movimiento de los 'chalecos', recuerda Antoine. "Yo, mi hermano y
nuestros dos amigos no sabíamos que la policía utiliza
estas granadas GLI F4 con explosivos... Tampoco sabíamos lo
peligroso que son los Lanzadores de Balas de Goma, que te pueden dejar
tuerto. No éramos conscientes de esto. En aquel momento, nadie
hablaba de eso, nadie sabía. La gente descubrió las
granadas GLI F4 en diciembre de 2018 y enero de 2019, con los chalecos
amarillos», subrayó.
Con varias decenas
de 'chalecos amarillos' heridos, Yann y Antoine han formado el
colectivo "Mutilados por el ejemplo" para alertar sobre la violencia
policial, reclamar la prohibición de dichas armas y pedir un
cambio en la doctrina de mantenimiento del orden público.
Lanzadores de balas de goma y granadas explosivas en la mira
Hoy, estas armas
llamadas "sub-letales", como las granadas explosivas y los lanzadores
de balas de goma (LBD por sus siglas en francés), están
en el corazón de una polémica. El gobierno ha dejado de
comprar granadas GLI F4, pero las sigue utilizando hasta que se agote
su stock.
Inglaterra, la
mayoría de las regiones de Alemania y Cataluña, por
ejemplo, han prohibido el uso de los lanzadores de balas de goma, por
considerarlos demasiado peligrosos.
"La violencia
policial es un tema tan viejo como la sociología de la
policía, es un vicio de la policía", analiza el
sociólogo Sebastian Roché, investigador en el CNRS y
autor del libro "La policía en democracia". "El tema se
reactivó en Francia porque las manifestaciones, a partir del
2016 contra la reforma laboral y luego de los 'chalecos amarillos'
contra la precariedad social, llevaron al gobierno a recurrir
masivamente a las fuerzas del orden. El gobierno, para responder a las
protestas, movilizó a más policías y por
más tiempo, como nunca lo había hecho desde hace varias
décadas. Esta movilización policial y el uso de estas
armas menos letales causaron decenas de mutilaciones y un muerto.
Ningún otro país de la Unión Europea ha dejado esa
cantidad de mutilados en unos meses. La mala gestión de esta
crisis social dio lugar a esta violencia policial que hoy se ha
convertido, después de un año, en un tema central del
debate político."
Los habitantes de
los suburbios pobres y con importante inmigración ya conocen
esta violencia policial desde hace años. E incluso se ha
plasmado en varias películas... La última, candidata al
Oscar, la de Ladj Ly, 'Los Miserables', relata el abuso de un
policía que le dispara a un niño con un lanzador de balas
de goma... Ahora, quedó patente que estos abusos policiales
pueden alcanzar a todos los sectores de la sociedad.
Condena internacional
A nivel nacional,
organismos de defensa de los derechos humanos, colectivos de abogados,
periodistas y políticos de oposición han denunciado estos
abusos ahora filmados en tiempo real por los smartphones. Y a nivel
internacional, Francia ha recibido críticas de instituciones
como la ONU y el Consejo de Europa.
Y es que al
balance de los heridos y mutilados, hay que agregarle tres muertos
vinculados a operaciones de la policía desde finales de 2018:
una anciana en Marsella, que murió en el hospital tras recibir
una granada lacrimógena en su balcón; un joven en Nantes,
en el marco de una intervención policial violenta durante la
Fiesta de la Música; y a principios de enero, un padre de
familia que murió tras ser asfixiado en el suelo durante un
control policial cerca de la Torre Eiffel en París.
Frente a la
conmoción nacional, y tras meses negando el concepto mismo de
"violencia policial", el ejecutivo finalmente cambió de tono. En
su mensaje de año nuevo, el ministro del Interior llamó a
los policías a la "ejemplaridad". Y pocos días
después, el presidente Emmanuel Macron pidió al ministro
del Interior proponer acciones para mejorar la ética y el
control de las fuerzas del orden. "Espero de nuestros policías y
gendarmes la mayor deontología", declaró a la prensa el
mandatario francés que reconoció que "se han denunciado
comportamientos que son inaceptables". "No hablo de la mayoría
ni quiero generalizar, pero tampoco quiero que estos actos dañen
la credibilidad y la dignidad de nuestras fuerzas de seguridad
interior", agregó.
Se trata de una
inflexión clara en el discurso del gobierno. "Lo que
causó este cambio es el costo político, el cual se
volvió demasiado importante, en particular al acercarse las
elecciones municipales", analiza el sociólogo y especialista de
la policía, Sebastian Roché. "Antes de estos comicios, el
presidente quiere que su partido tenga posibilidades de ganarlos
entonces su postura política anterior, que consistía en
decir que no hay problema, ya no le parece posible".
¿Oportunismo electoral o toma de conciencia?
Del lado de los
sindicatos de policías, la bronca es palpable. Se sienten
abandonados. En la prensa, sus portavoces recuerdan que las fuerzas del
orden le permitieron al gobierno mantenerse en el poder a pesar del
descontento social. Y, sobre todo, subrayan que los agentes
están exhaustos y que muchos también resultaron heridos
en las protestas. Algunas organizaciones de policías reconocen
la posibilidad de comportamientos inapropiados por parte de algunos
agentes, pero consideran que el gobierno es responsable.
Para el
sociólogo Sebastian Roché, no se trata de algunas ovejas
negras sino de un problema sistémico porque el control de los
policías no es independiente. "En Francia no se controla
bastante a la policía y los sindicatos de policía
rechazan cualquier progreso en la materia. Hoy, el ministro del
Interior ejerce el control jerárquico. Pero no lo ha hecho bien
porque no se aseguró de que todos los agentes llevaran su
número de identificación, no recordó las reglas de
uso de las armas sub-letales sino después de un año,
cuando ya había decenas de heridos graves. Por otra parte,
cuando hay una denuncia contra un agente, quien investiga es una
inspección interna de la policía, que responde al
ministro y al presidente... entonces no es independiente. Y finalmente
el control que ejerce la prensa ha sido parcialmente obstaculizado
porque, por ejemplo, se ha detenido a periodistas".
En diciembre
pasado, la justicia pronunció las dos primeras condenas contra
policías por actos violentos contra 'chalecos amarillos', a dos
y cuatro meses de cárcel respectivamente, por lanzar un
adoquín y dar una bofetada. Pero muy a menudo, los casos son
archivados porque la policía de los policías no
identifica a los responsables.
Protestar, a pesar de todo
Así fue
para Antoine. No se logró identificar al policía que
lanzó la granada que le arrancó la mano. Demandó
entonces al propio ministro del Interior y al Estado.
Hoy, el estudiante
tiene una prótesis que le ayuda a vivir, pero todo se ha vuelto
más difícil. Y cada vez que este militante de izquierda,
que aparece en la lista del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) para
las elecciones municipales de marzo en Bordeaux, vuelve a manifestar en
las calles, tiene el miedo en las tripas. "Me da mucho susto sabiendo
lo que puede pasar, pero era impensable para mí quedarme en mi
casa con miedo", explicó a RFI. "Entonces hoy sigo yendo a
manifestaciones, declaradas o no. Cada vez tengo miedo, honestamente.
Pero no me va a impedir ir marchar. Manifestar es un derecho
fundamental en Francia. Mientras haya injusticia social saldré a
las calles para gritar que no estoy de acuerdo".
Varios cientos de
investigaciones están abiertas y el ministro del interior ha
prometido un nuevo esquema nacional para mantener el orden
público. ¿Irá la desescalada más alla de
las palabras?